Como no podía ser menos, no nos ha quedado más remedio que huir de Granada. La lluvia y yo no somos compatibles, y con lo que me gusta a mí la calle...
Por eso nos tuvimos que ir a Almería, buscando el sol, aunque más que sol encontramos viento y más viento, pero por lo menos pudimos salir a pasear y a tomarnos la cervecita en el chiringuito.
Cuando vi el mar por primera vez me quedé extasiado. No sé de dónde habrá salido tanta agua, pero me gusta; no veo el momento de bañarme este verano.
Y bueno, no os creáis que sólo hemos estado ganduleando por la playa y dando paseos. También hemos hecho turismo cultural. Nos fuimos a ver procesiones a Almería e incluso estuvimos viendo la catedral.
El sábado decidimos volvernos al pueblo para terminar la semana en otro ambiente -no me gusta la monotonía-
¿Y qué es lo próximo?
¡Las Fiestas de la Virgen de la Cabeza!
Me voy a quedar aquí para vivir con toda intensidad esta semana, que aunque soy muy chico y no puedo ir detrás de La caja a por "chuches", me fijo en todo (como dice mi abuelo). Lo peor: la previsión del tiempo. Dice que va a llover, espero que se equivoquen porque no me quiero quedar sin subir al cerro, que ya tengo preparada la gorra y el pañuelo. ¡Qué ganas!
Y nada más, que me voy a la cuna.
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