sábado, 12 de noviembre de 2011

Los bonsáis de papá

El último hobby de mi padre son los bonsáis. Se compró una higuera en un mercadillo y desde entonces el balcón parece un bosque de bonsáis, tiene ni más ni menos que cinco. Además ahora está haciendo un curso para aprender a cuidarlos y en eso echa los sábados. Y claro, para que mi madre no le eche la bronca por no salir de paseo con nosotros, pues cada vez que va le trae un regalito (en forma de maceta). Este rosal se lo regaló la semana pasada, venía con un capullo que ya se ha convertido en flor. Bonito, ¿verdad?


A mí me encanta ir a mirarlo. Estoy detrás de la flor, pero mi padre me tiene vigilado en todo momento para que no la arranque, jeje.

Sólo os voy a poner otra foto de estos arbolillos, ya que los otros están sin hojas y son un poco feos. Cuando echen hojas nuevas por primavera os las pondré (si aún siguen con vida, claro)


Y mientras mi padre está en el curso, mi madre y yo nos vamos al parque. El domingo vino la abuela y nos fuimos a ver a los patos.


¡Una pasada! No sé quién comía más rápido gusanitos, ellos o yo. Bueno sí, ¡yo!


Ahora ya juego con los niños de los parques, y me encaro con ellos y todo; hasta hablo con los más mayores. Lo que pasa es que ellos no me entienden, y me miran como si les estuviera hablando en chino. 



Y me lo paso tan bien...


... que me agoto. Sí, me agoto. Aquí estoy en una cama elástica, pero sin poder tirar de mi cuerpo. Y es que hay que probar todos los cacharros antes de irse a casa.

Suerte que hay un tren que me lleva a casa


O eso creía yo. Porque me monté y aquello no se movía. Un timo, vamos. Menos mal que mi carro no me deja nunca tirado.







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