Esta fue
nuestra segunda parada, Jerez. Aquí nos fuimos a un hotel de pulserita de los que quería mi padre
(una y no más dice ahora). Si es que nosotros somos de darle a la pata, y eso de tener que quedarnos en un mismo sitio a
desayunar, comer y cenar no nos va.
El hotel de
lujo, eso sí. Tenía una piscina en la que te podías perder
Desayunábamos con cisnes y la cama era para no encontrarte con nadie
durante la noche.
La comida genial, aunque a mí me dio por comer solo pasta,
pepino y melocotones. Mi madre cree que me estoy volviendo vegetariano, porque
no veáis
el verano de fruta que llevo. Y otro detalle para volver a este hotel, cada dos
por tres te encontrabas un coche descapotable al que poderte subir. Estuve por
traerme uno a casa.
Como no íbamos en el mismo plan que el resto de clientes -a descansar-, entre comida y comida organizábamos
excursiones. La mejor de todas fue cuando nos fuimos al Zoo de Jerez, ¿cómo iba a
imaginarme adónde me llevaban?
Para
empezar, lo primero que veo cuando llego al parque es un pedazo de tren verde
¡con lo que me gusta a mí cualquier medio de transporte!
Y después,
animales de principio a fin. Vimos de todo; jirafas, hipopótamos, un tigre, un león,
monos, avestruces, canguros, loros... un sinfín de animales.
Pero me
quedo con el chimpancé, al principio me daba un poco de miedo, pero con el tiempo me
hice amigo de él.
Los
camellos que había allí son los de los Reyes Magos -según me contaron mis padres- Por lo
visto los dejan allí durante todo el año para que descansen. ¡Tampoco está mal, trabajan una noche y el
resto del año se lo pasan holgazaneando! ¡De mayor quiero ser camello! ¡Uy!, qué mal suena
esto, rectifico: ¡De mayor quiero ser Rey Mago! Que trabajan lo mismo y está mejor
visto.
Otro día nos
fuimos a ver el Alcázar que está bastante bien conservado y
la catedral. Nos gustó mucho, además es que nos hizo muy buen tiempo -nada de olas de calor- y
pudimos disfrutar de grandes paseos.
Y otro día, nos
fuimos a Cádiz que también nos encantó. Nos la pateamos de
cabo a rabo. Nos gustó la vista de la catedral desde el paseo marítimo, esa
que sale en todas las postales.
Dice mi madre que tenemos que volver otro fin
de semana, porque nos supo a poco. A ver si se animan y nos vamos en
carnavales, ¿quién se apunta?