Este curso mi madre me ha apuntado a natación, porque considera que este verano me he bañado bastante poco. Y yo por no hacerle la contra, sacrifico parte de mi siesta de los martes y jueves para ir a la piscina a darme un chapuzón.
Aquí me tenéis, con gorro y bañador. Que os quede clara una cosa, no me gusta, ¡me encanta!
Me sacan de la piscina llorando a lágrima viva. Aprender a nadar no voy a aprender, pero no os podéis imaginar lo que me gusta tirarme de cabeza, a bomba y a lo que sea. ¡Qué ganas de que llegue otra vez el martes!
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