martes, 14 de junio de 2011

LA COMUNIÓN DEL PRIMO IVÁN

El domingo nos fuimos de fiesta, esta vez le tocaba ser el anfitrión al primo Iván.
¡Qué día eché! o mejor dicho ¡qué día echamos!

El sábado estuvimos preparándole una tarta de chuches, cosas de mi madre que es muy textosa, pero al final quedó muy chuli y a pesar de que había dos kilos y medio de chucherías, no quedó ni una. Doy fe.



Estaba riquísima y aunque no me dejaron probar todos los ingredientes, porque no tengo dientes, echamos un buen rato haciéndola mis padres, el abuelo y yo.

El domingo la misa era a las doce la mañana así que nos vestimos y nos fuimos para la plaza, vimos la ceremonia (yo no) y ya me cambiaron de ropa porque hacía un calor que derretía, me dieron de comer y nos subimos al hotel a celebrarlo. El primo Iván se portó muy bien, aunque parezca mentira. Estuvo muy metido en su papel.

En la comida hubo un momento crítico. Todos pensaron que el primo Fernando y yo les íbamos a dar la comunión, pero no fue así. Al primo le asustaba el payaso que habían contratado para entretener a los niños, así que cada vez que la veía chillaba y yo me asustaba de él. Un circo teníamos liado allí, con el par de dos llorando. Menos mal que me quedé dormido mientras ellos comían. 


Me desperté para las tartas, no hubo una, ni dos, ni tres... fueron cuatro. 


Y poco más, los tetes y mi padre le regalaron una bici de montaña que le hizo muchísima ilusión, sobre todo porque se pensaba que le iban a regalar una trompeta y no le gustaba mucho la idea, así que cuando vio la bici poco más y le da un soponcio.



Y nada más, en esta foto salimos tan formales el primo Fernando y yo, pero es solo en la foto, jeje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario